¿Qué puede hacer el Shiatsu por usted?

Considero el shiatsu como uno de los mejores métodos de atención médica en la vida diaria, que no solo puede curar sino también prevenir. Los tratamientos de medicina convencional sólo se emplean cuando ya se ha enfermado.
Ninguna medicina puede garantizarle que gracias a ella usted nunca se pondrá malo. Por ejemplo, la vacuna contra la tuberculosis no sirve para prevenir la infección, sino para matar al bacilo antes de que aparezcan los síntomas de la tuberculosis. Por otro lado, esta medida preventiva a menudo se acompaña de reacciones secundarias que se parecen a un caso leve de la misma enfermedad que pretende prevenir. Si la infección no se produce, la medicina no sólo es inútil sino que, hasta cierto punto, puede resultar perjudicial para los que tienen una constitución débil. Vacunados o no, los individuos sanos no contraerán la tuberculosis.
La medicina tradicional china, la acupuntura y la moxibustión curan síntomas, pero no aumentan la fuerza física. Sin embargo, a diferencia de la medicina occidental, permiten iniciar el tratamiento prematuro a los llamados «sanos a medias», sin los efectos secundarios a menudo asociados con la medicina occidental.
Es importante tener presente que la adopción del shiatsu y de una dieta equilibrada en nuestra vida diaria nos mantendrá sanos. La dieta es la base de una buena salud, ya que el alimento es lo que sustenta la vida. Por lo tanto, el conocimiento correcto de una dieta equilibrada es fundamental para una adecuada asistencia médica.
Para que el cuerpo pueda beneficiarse de una dieta equilibrada, es importante que se coma en un ambiente realajado que favorezca una buena digestión. Nuestra forma de comer y de digerir está muy influida por el ambiente. Hasta cierto punto, nuestra salud depende de unas relaciones humanas sanas y también las refleja. Las relaciones humanas básicas se da «a flor de piel», es decir, de piel a piel. En nuestro entorno lleno de tensiones, estas relaciones se ven constantemente amenazadas. Como resultado de ello, sufrimos una gran tensión debajo de la piel. Esto, a su vez, puede provocar trastornos cutáneos que, en última instancia, pueden llegar a afectar el funcionamiento de los órganos internos.
Los tratamientos de shiatsu pueden brindarnos la oportunidad de hacernos conscientes no sólo de los trastornos físicos, sino también de los problemas humanos. Si uno se siente cómodo al recibir shiatsu, es muy posible que haya establecido buenas relaciones humanas. Si alguien lo encuentra molesto, puede que la tensión creada por el entorno social sea un factor decisivo en el desarrollo de trastornos internos. En ambos casos, el shiatsu puede ayudarnos a establecer y conservar mejores relaciones humanas, esenciales para una buena salud.
Cuando estamos sanos, el cuerpo responde al entorno exterior de forma natural y positiva. En el shiatsu se establece, por el contacto físico y los toques, una relación humana cálida y armónica entre dador y receptor, que se vuelven sensibles el uno al otro. Los contactos cutáneos revelan enseguida los trastornos mentales y emocionales. El shiatsu permite transmitir, de paciente a practicante, el malestar físico o mental. En algunos casos, ese malestar no se nota hasta pasado cierto tiempo. Cuando éste es producido por un estimulo externo en forma de presión, puede hacernos tomar conciencia de nuestra capacidad natural de autocuración. Al sentir este malestar, el paciente tiene la oportunidad de darse cuenta de ello y reflexionar sobre sus causas. Si es un caso leve, puede confiar en sus propios recursos físicos para restablecerse. La gente que no tiene sensibilidad hacia sí misma puede beneficiarse del shiatsu al armonizar el malestar que experimenta con lo que está pasando en su cuerpo. Al ayudar a tomar conciencia al paciente sobre esos fenómenos, el practicante de shiatsu puede guiarlo de vuelta hacia una vida sana.
Es tarea del practicante ser sincero a la hora de compartir sus conocimientos con los pacientes. No debería mostrarse crítico con sus debilidades, sino comprensivo con su sufrimiento.

Extracto de “Shiatsu Zen”, Shizuto Masunaga.

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