La salud del sistema

Por Loana Barletta, Mascaró nro 36

En Septiembre de 1978 la Argentina fue uno de los 134 países que se reunieron en Kazajistán en lo que sería el evento de política en salud más importante de la década: la Conferencia sobre Atención Primaria de Alma Ata. Su lema fue "salud para todos en el año 2000" y su declaración expresaba la necesidad urgente de la toma de acciones por parte de los gobiernos para proteger y promover el modelo de atención primaria de la salud para todos los individuos del mundo.
En Alma Ata se determinó que la salud era mucho más que la medicina: era la educación, la nutrición, el acceso a estilos de vida saludables. Un criterio central fue ofrecer a los países llamados en vías de desarrollo la posibilidad de llegar, con los pocos recursos que tenían, a un nivel de salud más alto. Sin embargo, si bien la atención primaria es mucho más barata, para cambiar de un sistema a otro hacen falta modificaciones organizativas, formación de personal y, sobre todo, decisión política.

EL (DES) ORDEN DE LAS PIEZAS
Argentina fue uno de los países de América Latina que adscribió a la estrategia de atención primaria. Sin embargo, con el correr de los años y a pesar de intentos de acercar la salud a la comunidad, su modelo sanitario dista bastante de seguir esta iniciativa.
El sistema de salud argentino está dividido en tres subsectores: el estatal, el privado y el de seguridad social (el de las obras sociales). El sector estatal brinda servicios de salud de forma gratuita a través de una red de hospitales públicos y centros de atención, suepuestamente a toda la población. Según datos del INDEC en el año 2010 esta cobertura era del 38%, mientras que las obras sociales y medicina prepaga alcanzaban el 62% sobre el total de la población del país.
Este subsector, a su vez, consta de otras tres divisiones: nación provincias y municipios. Y cada uno de ellos tiene centros de salud y hasta leyes que le son propias. De esta manera, el Ministerio de Salud de la Nación propone el marco regulatorio y disciplinario, esto es, las normativas que se deben seguir a lo largo y ancho del país en materia de sanitaria, pero la salud propiamente dicha está librada a las provincias. Es decir que las decisiones dentro de su territorio dependen de los responsables de cada cartera sanitaria y de su gestión.
Si a la división del sistema de salud en estatal, privado y obras sociales se le suma que dentro del sector público cada provincia y cada municipio tiene libertad de acción sobre la política sanitaria, se presenta un grave problema de fragmentación que tiene consecuencias principalmente en el acceso a la salud de todos los habitantes de las distintas regiones del país que, a su vez, tienen características sociales y contextuales muy diferentes entre sí. Se habla de un sistema fragmentado cuando se evidencia la ausencia de principios y criterios integradores. Como explican Federico Tobar, Sofía Olaviga y Romina Solano, investigadores del Programa de Salud del CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento): "Cuando hay muchos responsables sin un esquema explícito y coordinado de división del trabajo, el resultado es que nadie es responsable" y en esa lógica, agregan, "es posible que los subsitemas (público, obras sociales y prepagas) o sus agentes consigan proveer servicios de calidad y con eficiencia en términos particulares. Pero, al no contar con una asignación de los recursos alineada con objetivos sanitarios, es probable que el sistema funcione cada vez peor".
A esto hay que sumarle la injerencia de la medicina privada y de las obras sociales que son básicamente empresas con fines de lucro. El doctor Constantino Toloupas, médico especialista en Farmacología Clínica y docente de la Universidad Nacional de La Plata, explica que "tenemos un sistema de redes sanitarias, de regionalización, los hospitales descentralizados, pero nada de eso sirve porque el sistema está desestructurado. Hay que pensar en un sistema único de salud donde se integren los niveles, donde se modifiquen las leyes que hoy fomentan la separación y donde se implemente una real política pública sanitaria. EL problema es que modificar el sistema implicaría meterse con intereses que nadie se anima a tocar". Porque en un país donde el Estado no garantiza el acceso y la calidad en salud a todas las personas, aparece la medicina privada como respuesta al problema y, cuando esto sucede, el sistema se vuelve negocio. Modificarlo significaría atravesar una extensa red de intereses privados que van desde los laboratorios que producen medicamentos hasta las obras sociales, pasando por los colegios profesionales que regulan su actividad pensando en sus colegiados y no en lo que el sistema necesita.
Si se retoma el concepto de atención primaria, en el país se podría plantear el trabajo sobre la prevención en donde se contemple el fortalecimiento real de los centros de salud de baja complejidad pensando en dotarlos del recurso adecuado y de la tecnología necesaria. Los indicadores de médicos por habitante en Argentina son elevados en relación a otros países del mundo, sin embargo, éstos no se distribuyen de acuerdo a las necesidades de la población. Para evitarlos, entre otras cosas, debe darse una planificación de la cantidad de profesionales que deberían trabajar en cada nivel, de manera ordenada y orientada por el Estado y con el apoyo de las entidades que nuclean a los trabajadores sanitarios.
Por eso, la reconversión del sistema implicaría una disputa con corporaciones, industrias y gremios, que hasta el momento (y a excepción de un intento fallido del ministro de Salud durante el gobierno de Alfonsín) nadie ha querido enfrentar. No sólo por el esfuerzo y la complejidad que implica sino porque cuando la salud se convierte en negocio todos pueden recoger una tajada, incluso el propio gobierno.

LAS VACUNAS SON AJENAS
"Yo reo que hay sistema de salud pública cuando los presidentes se atienden en los hospitales públicos. Lo demás es puro cuento" decía en agosto de 2012 la por entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner y abría las puertas a un sinfín de críticas cuando algún tiempo después concurría a la Clínica Favaloro y el Sanatorio Otamendi, ambos privados, a realizarse estudios y chequeos. Cristina era honesta, el sistema de salud pública era puro cuento. Y el relato principal de ese cuento se viene dando en la Argentina desde la década del 60 y agudizándose cada vez más con el paso de los distintos gobiernos.
La inversión pública en salud en los últimos años ha ido decreciendo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en Argentina en 2001 se destinaba el 9.4% del PBI al sector sanitario; en 2005 esa suma descendió al 6.8% y en la actualidad es del 6.2%. Y, si bien la salud de una región se mide en indicadores y no en dinero invertido, esto tiene directa relación con el desmantelamiento que ha recibido el sector salud y el estado de situación actual tanto nacional como provincial. Esto responde a una política que, lejos de disminuir la fragmentación, la acentúa. Esa política que, entre otras cosas, pone en lo privado el eje de resolución de los problemas de lo público fue llevada a cabo por el gobierno kirchnerista y viene a consolidarse con Macri y su gobierno de CEOS.
Luego de haber probado que saben cómo vaciar el sistema de salud pública en la Ciudad de Buenos Aires el macrismo decidió llevar a los mismos funcionarios responsables del deterioro de los hospitales públicos de CABA y de la precarización de los centros de salud, al Ministerio de la Nación. Así, Jorge Lemus pasó de ser Ministro de Salud de la Ciudad a ocupar el mismo cargo a nivel nacional. Y la primera decisión que tomó junto a su equipo, fue la disolución y reestructuración de áreas y programas mayormente destinados a la atención primaria, el trabajo territorial y la distribución de insumos y medicamentos. Algunos de los que integran la extensa lista del recorte son el Programa de Organización Comunitaria en Salud, el Programa Nacional de Salud Mental, el Programa Sumar, el Programa Remediar y, uno de los que más repercusión tuvo, el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable que, si bien no fue cerrado, fue modificada su estructura y acotado su presupuesto.
Nelson Giménez es enfermero y coordinador de Equipos Territoriales del Ministerio de Salud de la Nación y cuenta que su rutina actual consiste en cumplir horarios en una oficina, mirando la computadora y esperando que pase la hora porque desde diciembre de 2015 se le comunicó que no trabajaría en la calle. Hasta ese momento, estuvo a cargo de coordinar trabajos de prevención, promoción y atención de la salud en zonas vulnerables. Sin embargo, el trabajo territorial sigue estando parado desde la asunción del nuevo gobierno. Y, epidemia de dengue y de gripe A mediante, en los últimos días se disolvió la Dirección Nacional de Inmunoprevenibles que es la que maneja las vacunas.
Uno de los programas que ha sido más elogiados es el Remediar, destinado a permitir el acceso a medicamentos para quienes tuvieran dificultades para comprarlos. El ministro Lemus incluyó a este programa en la lista de "sobrantes" y anunció su finalización. Cabe recordar que, durante su gestión en CABA, se llevó a cabo (y aún continúa) el sistema de Cobertura Porteña que tiene convenio directo con cadenas de farmacias y que podría ser replicado a nivel nacional. Considerando que el coordinador del gabinete de Mauricio es nada más y nada menos que Mario Quintanam ex presidente y accionista principal de Farmacity, el negocio con la industria farmacéutica está casi asegurado. La diferencia en costos la pagarán, sí, los usuarios.
Bajo el pretexto de federalizar la salud, desde Nación comenzaron a desentenderse progresivamente del territorio y de la acción que debería estar destinada a fortalecer las capacidades locales. Por el contrario, y mediante la decisión de clausurar programas asistenciales, abandonan gran parte de las responsabilidades directas en protección de la salud pública.

"LA PROVINCIA NOS DUELE"
En la apertura de las sesiones en la legislatura bonaerense, allá por marzo de este año, la gobernadora María Eugenia Vidal expresó su dolor al observar que, durante el anterior gobierno, cada año la provincia de Buenos Aires sólo previa medicamentos hasta el mes de julio, y agregó, "nos duele haber encontrado un gobierno que no podía dar respuesta ante una emergencia de salud".
El dolor de la gobernadora, ya pasado el primer semestre del año, debe ser inconmensurable. En los hospitales de la provincia de Buenos Aires no sólo hace más de tres meses que reclaman por insumos que el gobierno no previó que debía adquirir al asumir en diciembre  sino que, además, durante gran parte de este período los profesionales de la salud se encontraron en una disputa por el salario y por las condiciones en que deben trabajar diariamente. El doctor Pablo Maciel, secretario general de CICOP del Hospital San Martín de La Plata explica que "hay gente que tiene problemas sin resolver. Es muy difícil abrir un quirófano sin los elementos necesarios o tener que decirle a la gente que no se la puede atender porque no hay insumos. Cuando se presentan estas situaciones las personas que acuden al sistema de salud con una enfermedad y necesitan ser asistidas, se chocan con una pared.
La ministra de Salud bonaerense es la doctora Zulma Ortiz. Su extenso currículum detalla su experiencia en materia sanitaria, siendo su último lugar de trabajo el Fondo de las Naciones Unidas par ala Infancia, conocido como Unicef. En medio de la disputa por salario y las condiciones dignas de trabajo, la ministra lanzó un programa denominado "Cuidar a los que cuidan" que consiste en una capacitación a directores de hospitales con el fin de que, según explicó, "los equipos de salud se sientan cuidados dentro de su ámbito laboral y, en consecuencia, se relacionen más humanamente entre ellos y con sus pacientes". Cabe preguntarse cómo es posible sentirse cuidado si, por un lado siendo profesional de la salud no podes asistir a una persona que lo necesita, y por otro, necesitando ser asistido en el lugar al que acudís no pueden darte respuesta.
El grupo de asesores y expertos que han sido nombrados por el gabinete de salud provincial proviene mayoritariamente, del ámbito académico y privado. Desde sociólogos y economistas hasta medios especialistas, sin dejar por fuera a trabajadores relacionados a la industria farmacéutica o cuyo trabajo previo ha sido dedicarse a la comunicación y publicidad en una famosa empresa de comidas rápidas. Hoy las políticas públicas de la provincia (coherente con lo que sucede en Nación) están siendo planificadas por personas cuya experiencia proviene del ámbito privado. De ahí que las acciones que promueven sean tendientes a realizar proyectos y programas ("cuidar a los que cuidan", "quiero se residente", "hospitales humanizados") que, más allá de sonar amigables y promovedores de derechos, muchas veces son financiados por organizaciones externas y que no se basan en una verdadera política pública con proyección a futuro sino que comienzan y terminan con el principio y fin de la gestión.
La situación del sistema de salud que se vive en Buenos Aires puede trasladarse tanto a CABA como a otras provincias. En CABA hospitales como el Gutiérrez, el Pedro Elizalde y el Tornú han realizado jornadas de paro en defensa de las condiciones de trabajo. El Hospital Durand tiene instalada una carpa blanca como medida de fuerza y reclamo. En las provincias de Santa Cruz, La Rioja, Jujuy y San Juan la situación es similar: hospitales y centros de salud desmantelados, médicos precarizados y falta de insumos básicos.

SALUD PARA UNOS POCOS
Mario Róvere, médico especialista en salud pública explica que "el sistema de salud en la Argentina es fragmentado, pero tan fragmentado como la sociedad que lo contiene y esta tendencia parece haber sido funcional a la enorme concentración del ingreso en las últimas décadas". Pensar al sistema de salud por fuera de los intereses económicos es, en principio, ilusorio. Existen en el mundo países capitalistas con un sistema de salud socializado donde las grandes industrias no tienen injerencia. Existe también un país, una isla, que pudo instalar uno de los mejores sistemas de salud (demostrado con indicadores como desnutrición infantil cero) y eso fue posible mediante un proceso revolucionario. En Argentina podría empezar a modificarse este sistema pero para eso hace falta que quienes gobiernan tomen la decisión de abandonar el negocio y pensar en los derechos de las personas. El gobierno argentino se ha demostrado recientemente interesado en formar parte de la Alianza del Pacífico que, entre otras cosas, obliga a que cada Estado prohiba los medicamentos genéricos, en favor de grandes laboratorios. Entonces, si de políticas de salud se trata, el futuro queda bastante claro: menos público, más privado y que sigan perdiendo los de abajo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ergonomía del terapeuta en masajes

Entrevista a curandera mexicana

Medicina Tradicional China para la mujer - Introducción I